
Es importante enteder que el niño es un sujeto que se encuentra en construcción y desarrollo. No está todo definido, si no que está inmerso en un proceso de crecimiento que si se ve afectado de alguna forma, pueden aparecer síntomas muy diversos.
La forma en que expresan su malestar, difiere mucho del adulto. La variabilidad en las manifestaciones sintomáticas es muy grande y se puede observar en algunos casos, a través de distintas señales y síntomas que van desde la inhibición hasta el exceso de agitación o actividad.
En los casos en los que hay algo que no marcha bien, hay que trabajar para permitir que se pueda seguir construyendo como sujeto de manera adecuada y saludable.
Para ello, antes de iniciar el proceso de tratamiento, es necesario la atenta valoración del niño para entender qué le preocupa o qué es lo que le está pasando. Así luego, se podrá plantear la forma de trabajo adecuada a sus características y necesidades.
Durante todo este proceso, para lograr que se produzcan los cambios necesarios, es fundamental el apoyo y trabajo con los padres.
A continuación, algunos ejemplos de situaciones que pueden llegar a la consulta:
-Dificultades escolares
-Vivencias de situaciones traumáticas desbordantes
-Duelos y pérdidas significativas
-Trastornos de la alimentación
-Problemas en las relaciones sociales
-Excesiva inhibición
-Dificultades para dormir
-Adopciones
-Hiperactividad
-Depresión
-Encopresis o enuresis